9 de noviembre de 2015

Hora de Aventuras 5, por varios autores



Guionista: Ryan North.
Dibujantes: Shelli Paroline y Braden Lamb.
Otros autores(historias cortas): Zack Smith, Brad McGinty, Zack Giallongo, Jen Bennet, Emily Warren y Kristina Ness.
Páginas: 128.
Editorial: Norma Editorial.
Precio: 9,50 €.








Una vez más seguimos con las reseñas de los tomos de Hora de Aventuras, una obra multipremiada basada en la serie de televisión que sorprendentemente se mantiene en su estela ganadora y todavía puede dar muchos grandes momentos a los fans de esta franquicia. En esta ocasión el país de Ooo se ve afectado por una peculiar invasión de chicle que está tomando el control de todos sus habitantes. Ni siquiera Finn y Jake podrán con la amenaza, que tendrá que ser afrontada por Marceline y la Princesa Chicle, auténticas protagonistas de esta historia.

Sí, habéis leído bien, Marceline y la Princesa Chicle. Yo, y parece ser que bastante gente estaba igual de enferma, siempre intuí la extraña tensión entre ellas hasta que incluso el creador de la serie hizo oficial que en el pasado ambas compartieron una relación sentimental. Por lo tanto, este número tiene bastante de morboso en el sentido de explorar esa amistad especial entre ambas con varios momentos en los que juegan con este elemento. Pocas veces esta clase de cosas, por lo que tiene de concesión a los fans, se usan con la suficiente cautela como para que no impregnen la historia hasta saturarla o, por el contrario, resulten decepcionantes en su puesta en escena. Sin embargo, en este caso se ha usado esta tensión romántica latente entre ambos personajes de forma muy prudente, con lo que interesa sin aburrir por exceso ni por plantearlo de forma simple. Es más, la mayor parte del tiempo la relación entre ambas se plantea más en clave de sus personalidades opuestas que por lo que sientan la una por la otra, produciendo grandes momentos como la escena en que Marceline ameniza una narración de la vida de Chicle, que es uno de los grandes momentos del cómic.
-Vale, esta historia empieza hace varios años, con un campo de estudio/obsesión llamado...
-Que sea "música rock", que sea "música rock"...
-...ciencia.
-La versión de Marceline molaba más.

Aparte de ese apartado morboso que tiene la historia por sus protagonistas, la trama en sí de la amenaza chiclosa es muy fiel al espíritu de Hora de Aventuras, conduciendo a una resolución que resulta al mismo tiempo ingeniosa, asquerosa y divertida. Además, implica la aparición en escena del Conde Limoncio, un personaje que Ryan North ha demostrado llevar muy bien, por lo que espero que vuelva a aparecer en estos cómics.

De modo que en líneas generales, en cuanto a lo principal, este cómic está muy bien.

Pero luego están los detalles.

Como un punto que ya advertía que se le iría de las manos al guionista en la entrega anterior y no me equivocaba: las notas al pie. En muchos casos siguen teniendo el ingenio de pasados tomos, pero más que perder por su contenido pierden por el hecho de la sobrepoblación de ellas que hay, habiendo una casi en cada página. En las primeras historias, aunque había muchas de estas notas, no llegaban a colonizar tanto la página, de modo que, aparte de haber menos posibilidades de que muchas pareciesen innecesarias, la lectura no se veía tan interrumpida constantemente y el ritmo del cómic resultaba más fluido. Ahora prácticamente las únicas páginas que no tienen nota al pie son las que precisamente no tienen margen para ello. Espero que esto vuelva a la tónica de moderación que presentaba este cómic en anteriores entregas, aunque dudo mucho que lo haga.

Luego está la historia inicial, en la que de nuevo aprovechan para hacer algo bastante fuera de lo común, con una historia en la que el protagonista es el propio lector. La idea es buena, pero el desarrollo no acompaña demasiado, quizá exceptuando el momento de "Notas de aventuras" en que leemos en primera persona un manual del buen aventurero escrito por Finn y Jake. Además, el final tiene un giro de guión que le quita algo de magia a la historia precisamente por tratar de darle coherencia y, supongo, también para introducir en algún punto la historia larga que sucedería a continuación.
Eso sí, se siguen explorando a tope las posibilidades de
las transformaciones de Jake.

El resto de historias cortas, como siempre al final del tomo, resultan de nuevo una oportunidad de deleitarse con los personajes de Hora de Aventuras pasados por diferentes estilos gráficos, aparte del principal, que se mantiene como acostumbra hasta el momento aunque sin grandes alardes esta vez. En este sentido, me ha llamado la atención de forma especial la historia de Zack Giallongo, "Playapacayá". Pero apartando el estilo gráfico, en cuanto a las historias contadas apenas la última, "Un día en la vida de un polvorón", tiene un concepto interesante que contar acerca de Don Polvorón.

A pesar de todo lo dicho, en esta ocasión debo hacer mención especial a las ilustraciones que acompañan, como ya es habitual, al cómic, que no son otra cosa sino portadas alternativas de la edición original. Lo cierto es que me han cautivado especialmente en este caso, con grandes obras al mismo tiempo bastante simples como las de Seo Kim, odas al surrealismo como la de Colin Raff y estilos alternativos como el de Ryo Nisiguchi. Aunque mi favorita es Meredith McClaren, que realiza dos grandes portadas cotidianas pero muy disfrutables.
Como ésta.
Qué bonitos los pingüinos.
Pero a pesar de ello debo decir que es el tomo de Hora de Aventuras que menos me ha gustado hasta el momento. Sí, son los pequeños detalles lo que me han llevado a eso, porque a pesar de todo sigue conteniendo momentos divertidos, una trama bien desarrollada como nos tienen acostumbrados y un espíritu muy fiel a la serie de televisión. Pero bueno, al fin y al cabo es un episodio dedicado, como el anterior lo era al Rey Hielo, a la Princesa Chicle, un personaje que no se cuenta entre mis favoritos, por lo que tampoco lo veo como algo grave.

PUNTUACIÓN:
Ω Ω Ω

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