Para los que no se hayan dado cuenta por las elevadas temperaturas o estén fuera de este hemisferio, he de informar de que es verano. Y se nota. Hace mucho calor, y por eso he creído que era de recibo realizar una serie de reseñas sobre cómics que nos transporten hacia parajes nevados y fríos para combatir las altas temperaturas...
Título: El invierno del dibujante.
Autor: Paco Roca.
Editorial: Astiberri.
Páginas: 128.
Precio: 16 €.
El dibujante Paco Roca ya se había consolidado como uno de los grandes exponentes del cómic español con la ya muy sentimental Arrugas para cuando salió esta historia, de modo que no sé por qué me sorprendió lo mucho que me tocó la fibra. Supongo que esperaba más una reconstrucción histórica que una oda melancólica como la que supone este cómic...
El invierno del dibujante es el de 1958, en el que la mayoría de los dibujantes que habían salido del gigante editorial Bruguera el verano del año anterior volvieron con el rabo entre las piernas y las ilusiones hechas pedazos al igual que su propia publicación autogestionada, Tío Vivo. Una historia real que habla de una más de las pequeñas tragedias que sucedieron en un mundillo del tebeo reprimido y reprendido a la sombra, no sólo de una industria editorial tan tiránica como otras de la época, sino del poder de un dictador personalista.
Supongo que alguien podría pensar que en esa escueta sinopsis ya he hecho demasiado spoiler, hablando de que la revista Tío Vivo fracasó y de que al final los dibujantes volvieron a Bruguera, pero lo cierto es que en esta historia la propia historia es lo de menos. Al leer las primeras veinte páginas te puedes hacer una idea de lo que sucedió: cinco de los mejores dibujantes de Bruguera salieron de las crueles condiciones en las que trabajaban un verano para montar su propio proyecto de revista al margen de la gran editorial y para el invierno ya estaban volviendo a firmar el mismo contrato con el que se encontraban atrapados. Esa es la base del cómic, pero no lo que más importa.
A partir de esa simple premisa se aprovecha para diseccionar el momento histórico de la Editorial Bruguera, centrándose especialmente las duras condiciones a las que se veían sometidos los autores, que veían cómo sus personajes se escapaban de su propiedad y no les eran retribuidas las reimpresiones de su material. Una gran denuncia clásica de los artistas del tebeo sobre sus creaciones, que en España se veía agravada por los efectos de la censura franquista y un país aislado.
La redacción de Tío Vivo. |
-Me ha dicho que adelante. Saldrá en enero. Lo que no le ha gustado ha sido lo de "Lentejo y Fideíno, detectives finos".
-Yo prefería "Mr. Cloro y Mr. Yesca, agencia detectivesca".
-Pues ése tampoco le ha gustado. Al final le ha puesto él el nombre.
-Raf e Ibáñez hablando sobre el surgimiento
de dos personajes ya eternos.
La vuelta al redil. |
-Nadie pasa ya hambre como Carpanta. Son otros tiempos. Yo tengo cuarenta y ocho años, y Guillermo, que es el más joven de nosotros, tiene treinta y cinco. Quizá éramos demasiado mayores para emprender un proyecto así.
-Nunca se es mayor para luchar, Peña.
-La derrota en boca de
Peñarroya y Escobar.
Hablando del dibujo, yo ya tenía a Paco Roca como uno de los grandes, si no el más grande, de los magos de la viñeta española actual, pero esto se ha reforzado al leer un cómic en el que se aprovechan especialmente los recursos del medio. Con unas caricaturas muy identificativas que ayudan a la empatía con los personajes que comentaba, es capaz de reflejar en el rostro desde la ingenuidad de Ibáñez hasta el descaro de Vázquez, el dibujo nos sitúa especialmente en los ambientes de la Barcelona sometida por la dictadura y recrea con especial esmero algunas páginas memorables de la historieta española. Cabe destacar, obviamente, el juego que se realiza con el color, diferenciando especialmente entre ese verano de tonos cálidos como el pasional inicio de un amor esperanzado y ese invierno, el duro invierno, de colores fríos como la mirada de quienes se ven obligados a doblegarse o el corazón de quienes alimentan un monstruo de pisotear ilusiones.
Portada del número 1 de Tío Vivo, original de Cifré y reimaginación por Paco Roca. |
La realidad, la inhóspita realidad invernal de una nación privada de libertad, aplasta en esta historia los sueños surgidos al calor del verano de unos autores que se atrevieron a buscar su independencia. Pero pocas veces se ha transmitido de forma tan bella y precisa la tristeza de los sueños rotos como en este cómic, que sirve, además, para que la lucha infructuosa de Giner, Conti, Peñarroya, Cifré y Escobar huya del olvido al refugio de las viñetas a las que ellos dedicaron su creatividad y sus vidas. Estoy seguro de que se lo agradecerían al genial Paco Roca.
PUNTUACIÓN:
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