13 de septiembre de 2012

Lo que pasa cuando presentas un libro llamado Bochinches Bizarros

En un principio la idea era enseñaros un vídeo de la presentación. Un vídeo magnífico, espléndido, lleno de efectos especiales y con un guion que emocionaría a Spielberg. Pero no. No se ha podido apañar tal cosa, así que aquí tenéis esta humilde crónica de lo sucedido desde mi punto de vista de Panmios.

Llegaron ya las nueve y puntual entré en O Mundo de Alicia, el sitio en el que haría la presentación una hora después. La situación era la siguiente: llevaba todo el fin de semana disfrutando de la primera vez que Ague venía a Córdoba y habíamos estado sin cesar viendo la ciudad, porque Córdoba es un espacio multicultural lleno de Historia y sitios curiosos que ver que todos deberíais visitar. La cosa es que con todo eso no me había preparado nada del discurso que daría en la presentación, y ni siquiera lo había terminado. Así que en ese momento me encontraba colocando tranquilamente el local de Alicia para que una hora después pudiese dar un discurso del que apenas tenía una introducción que no me sabía seguida de un guion muy escueto que debería desarrollar sobre la marcha.

Sólo que no era así.



Ni siquiera tenía ese discurso. Aunque de eso me di cuenta después. En la mochila que había pedido a mis padres que trajeran apenas se encontraba el portátil, pero no el pen drive con el documento de word en el que se encontraba mi discurso incompleto.

Mientras me debatía entre ir rápidamente a mi lejana casa a por el discurso o quedarme y preparar algo sobre la marcha surgió otro imprevisto: no había micro. En los planes que vagamente tracé con Alicia para ese día, debía haber un micro. Pero el local tampoco era tan grande, y se me podría escuchar en toda la sala. Por si acaso, avisé a unos amigos que venían de camino que sabía que tenían micro. Pero resultose, por gracia de la diosa de las sorpresas inesperadas y los imprevistos repentinos, que esos amigos ya estaban demasiado cerca como para darse la vuelta, de modo que se presentaron allí.

¿Nuestra solución lógica y meditada?

Ir hasta mi lejano coche para después conducir salvajemente hasta la más lejana aún casa de los abuelos de mi amigo en donde se encontraba el micrófono y pasarnos después, para ya hacer la gira completa, hasta mi absurdamente lejana casa a por el pen drive con mi discurso. Todo ello a poco más de media hora de la presentación. 

Así que la llamaré solución a secas para ser más honesto.

La cuestión es que en mitad de nuestro trayecto hacia la lejana lejanía en toda su lejaltad, se nos ocurre prescindir de recoger el discurso. Me convencieron mis amigos y Ague, enajenados todos por alguna hormona que se activa con el estrés ajeno. Bueno, también es cierto que la condición de "lejana" de mi lejana casa hacía también que no nos sobrase el tiempo para mucho más que coger el micro. De este modo cogí el micro de marras y me encaminé hacia el centro, lugar famoso porque los caracoles al aparcar su concha deben hacer todas las maniobras posibles(incluida la de Heimlich). Una vez conseguí dejar el coche, anduvimos rápidamente hacia O Mundo. En el camino yo iba pensando en qué puerros iba a decir. En eso y en convencer a alguno de mis amigos para que tocasen algo con la guitarra para hacer una entrada triunfal con banda sonora y bailecito y así compensar los minutos de retraso que, gran sorpresa, nos pesaban en la espalda con un espectáculo entretenido y vivaz para toda la familia. Al final no lo hicimos, así que dad las gracias por ello.
El panorama
Y al llegar, en poco menos de diez minutos ya estaba yo allí, sentado, al lado de Mariano, ante un público al que debía contarle algo sobre mi libro. Traté de hablar sobre lo que venía en el guion que casi ni había preparado. De como esos relatos habían sido escritos para mí, en mi proceso de aprender a escribir, de como no me imaginaba siquiera hace apenas unos meses que estarían publicados, de lo que significaba Bochinches Bizarros, del orden de los relatos, de lo más sencillo a lo más complejo. Y luego habló Mariano, con mucha más profesionalidad. Diciendo unas cosas de mí que no sabía que pensase y que ojalá sean verdad. Y profundizando más en el libro, en su contenido, en cómo van progresando esos relatos aparentemente aleatorios que fueron escritos de forma independiente a través de un discurso más o menos estructurado que avanza a lo largo de mi propia conformación como individuo y siguiendo una línea ascendente hacia una mayor profundidad y simbolismo. No puedo ni empezar a agradecerle que se haya tomado la molestia de hacer esto, de leerse el libro y de interpretarlo de esa forma.
El pachangueo
Después firmé libros por lo que parecieron años. Me enrollo demasiado en las dedicatorias, pero es que no quiero algo seco, corto e impersonal. Aunque alguna de esas cayó. Avatares del destino. Finalmente se vendieron todos los libros, aunque no todos en la presentación. Y eso lo más parecido a un final feliz.
Firmando laboriosamente
Ahora me pondré sentimental, o algo así, porque el único mal regusto que me dejó esa noche fue no haber disfrutado lo suficiente de las personas que asistieron. Todo fue demasiado rápido. Lo siento. Pero me alegra mucho que tanta gente quisiera acompañarme en un momento tan importante. Que los compañeros de mis padres se interesasen por ello. Que los dos VALIENTES me compraran el libro. Que Laura se pasase por allí aunque no la viese. Que Alex abriese hueco en su complicada agenda de trolleo y se trajese a su familia(incluida a Alba, que ya me acuerdo de su nombre). Que Marga y Antonio siguiesen interesados en mí más allá de nuestra relación estrictamente profesional. Que Paola y Elena estuviesen allí, sin necesidad ninguna de que comprasen el libro. Que Shelke se trajese su pequeña troupe y de paso ganase una apuesta.Que Chris y Carlos y Mar estuviesen al lado. Que volviese a ver a Laura Hidalgo tras tanto tiempo y a Fernando después de no tanto. Que Paco y Patri estuviesen allá en el fondo, riéndose de mis chorradas. Que mis tíos se tomaran la molestia de venir desde Sevilla. Que mis abuelos estuviesen allí para emocionarse por su nieto. Que mi madre sonriese cuando hablaba de ella y mi padre estuviese en algún lugar de la oscuridad que no lograba ubicar. Que Ague pudiese venir para darme uno de los mejores fines de semana de mi vida, a la espera de los que vendrán. Que todas esas personas, de las que espero no olvidarme de ninguna y si es así, estuviesen allí significó mucho para mí. Me llegó a la patata, coleguis. Y una pena por Sergio, Guada, Asia y la gente que sé que habría querido estar. Ya nos veremos y hablaremos de esto.
Los que estaban frente a mí
Ya que estoy así, voy a dar muchas gracias a toda la gente que me ha ayudado a difundir el libro por internet. Sois muchos y no me acordaré de todos, pero gracias. Ahora si no paráis de hacerlo, me hacéis un favor. Sois gente maja.

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