24 de septiembre de 2012

Adelanto de Bochinches Bizarros: Mi creador

Segundo adelanto de Bochinches Bizarros, libro escrito por mí (Panmios) que próximamente saldrá a la venta. Como en la anterior ocasión, y como haré en la próxima que será la última, he querido enseñar un relato clave que muestra una de las diferentes corrientes de entre los diversos relatos que completan el libro. En esta ocasión se trata de Mi creador, una historia que sirve de ejemplo para dos elementos presentes en bastantes relatos pero por separado, sin que necesariamente aparezcan juntos en un mismo relato. Por un lado, en este relato se presenta una temática que trata de volverse sobre sentimientos, con un argumento más o menos alegórico según el nivel al que lo interpretes, que debe transmitir sensaciones por encima de contar una historia(como en el caso de un cuadro, ya que este relato en particular también sirve como reflexión sobre el arte). Por otro lado, y ya en un aspecto mucho más estético, en este relato se muestran elementos que elevan la temática hacia algo más adulto, sobre todo por lo violento. Espero no horrorizar a nadie. O hacerlo para bien. Para más novedades del libro y para descargar a donde quieras una cómoda versión pdf de este relato, mirad el apartado de abajo.



Nazco. Siento como mi ser se va expandiendo, tocado por el apéndice peludo y blando de mi creador, ese ser que me observa con detenimiento, con unos ojos ausentes que no me miran, pero me crean. No me ha hecho ojos, pero puedo verle, como él no hace conmigo. Su mirada observa, pero no mira, pues sólo podría mirarla a ella. Sé que todo lo demás es invisible para él. Pero ella no está dispuesta a ser mirada nunca más por esos ojos que se esconden tras las gruesas gafas negras. Apenas tengo tres minutos de vida, pero ya le conozco por entero. Al fin y al cabo soy parte de él, sólo una escisión de su conciencia y su espíritu en este momento. Sé que, aunque se afana en crearme, violando brutalmente con las manos tensas que sujetan su pincel el lienzo antes en blanco sobre el que me encuentro, no sabe cómo seré. Me concibe fruto del pesimismo y la desesperación que han conquistado de su alma al saber que nunca más podrá volver a besarla, ni a escuchar un “te quiero” de sus labios, pero sin haber preconcebido una idea exacta de mí. Sólo da pinceladas, pinceladas precisas con unas manos torpes, entre un ambiente de desorden creado por la ropa que se desparrama anárquicamente por el piso y los múltiples recipientes de comida china y cartones de pizza que se amontonan a ambos lados de la cama.

Le conozco por entero, sí, pero no físicamente. Es un padre de la belleza, pero nunca se ha preocupado, y menos ahora, de su aspecto físico. Así pues, me detengo a mirarlo con curiosidad mientras disfruto de sus pinceladas creadoras. Sus enormes gafas ocultan a un hombre menudo, de gesto ausente, con el pelo desaliñado y unos secos ojos azules. Su cuerpo está visiblemente afectado por la última semana de su vida, que ha pasado encerrado en este estrecho piso lamentándose y pintando. Veo mis hermanos detrás de él, representando hombres en llamas, retratos de los fríos ojos huecos de la muerte y figuras de desesperación. Empiezo a preguntarme cómo seré cuando mi creador se acerca y me da una respuesta con el reflejo en los cristales de sus gafas. Soy hermoso. Soy una pequeña niña de rizos rubios con unos ojos verdes que miran con un gesto de tristeza seguida de unos perros hambrientos y enrabietados que se disponen a devorarla en un paisaje que arde, pero por algún motivo nada parece que le importe a la niña. Está triste, pero no tiene miedo. No huye de los perros, está parada. Su mundo arde, pero no le inquieta. Ha aceptado su destino, con pesar pero sin temor. Reflejo por completo los sentimientos de la niña, pero aún falta un detalle: la boca. Es la última pincelada que definirá completamente la historia de la niña. La mano prieta del creador se acerca a ese punto. ¿Acaso será ese detalle importante, o no se trata más que de otro elemento sin relevancia? ¿Puede que lo dejase para el final porque sea el matiz que cambie absolutamente la sensación general del cuadro?

Esta vez mis preguntas quedan sin respuesta. La mano tensa del pintor quiebra la fina madera del pincel barato cuando un estruendo le sobresalta. Una música compuesta por una sola nota metálica y antinatural que se prolonga le llama desde la puerta y él se apresura a responder a su llamada raudo aunque extrañado, pues nadie había tratado de contactar con él desde principios de la semana y ya entonces se había encargado de alejar a los que podrían intentarlo. Mi creador abre la puerta sin que le preocupe en absoluto que no se encuentra para nada presentable, sobre todo por sus ropas, que se reducen a una camiseta mugrienta y unos calzoncillos que colaboran a dar una imagen pobre y patética de él.

Al otro lado de la puerta, allí está ella. Aunque no puedo verla desde mi posición, sé que es ella por la reacción de mi creador, que se paraliza sin poder pronunciar palabra alguna ante la visión de su amada. Pronto, la mujer entra en el desordenado piso y cierra con la pierna la puerta. Al contemplarla no puedo evitar sorprenderme. La imagen que tenía de ella era un residuo de la mente de mi creador, en la que su aspecto objetivo se fundía con lo que sentía al verla para dar lugar a una imagen de belleza absoluta. Su apariencia real dista de esa belleza pero, aunque noto imperfecciones que seguro mi creador es incapaz de ver ahora, sigue siendo una mujer bella, joven y en plenitud.

Ninguno de los dos media palabra durante unos segundos ridículos. Entonces, ella se acerca y le besa. Al principio dulcemente, después con pasión que finalmente acaba por transformarse en pura agresividad. La chica rasga la camiseta que el pintor lleva, lo que parece más bien un gesto de compasión para con la pobre camiseta, dado su estado, que un ataque. Entonces lame suavemente el pecho de mi creador, que en ese momento me dirige una mirada. Por primera vez me mira a mí directamente, y noto un aire de tristeza entre su pasión. Sé lo que siente. Siente que está siendo utilizado, que no controla la situación, que ella volverá a hacerle daño, pero no puede cambiarlo. Necesita demasiado tenerla cerca. Y allí está ella, quitándose su camiseta y besándole incesantemente, apretando sus pechos desnudos contra su torso. Le es imposible evitarlo. Volverá a caer en la desesperación, volverá a hacerle daño, volverán a secarse sus ojos azules sólo observados por sus obras, pero ahora no es eso lo que sucede. Ahora ella le está besando, con una calidez cada vez mayor. Tanto que le muerde el labio. Él grita, no necesariamente de dolor, aunque también, sino de una extraña mezcla de placer y sorpresa, pues ella nunca había hecho eso. El grito se transformará en absoluto dolor cuando ella recrudezca el mordisco hasta arrancarle la parte inferior del labio. Mi pintor cae al suelo sorprendido, con una fuente de sangre en su boca que trata de contener inútilmente con su mano izquierda. Mantiene la mirada baja, observando el charco de su propia sangre que se encuentra debajo de él. Desplaza ligeramente el centro de su visión cuando ve que delante de ese charco caen los pantalones y la ropa interior de ella. La mujer se agacha hasta que su mano femenina se coloca suavemente debajo de la barbilla de él para indicarle que se levante. Como un pelele en sus manos, él lo hace. Orienta la mano femenina la cabeza de mi creador hasta que los ojos de ambos se cruzan. Ella no muestra expresión alguna. Él muestra una mirada similar a la que tiene la niña que me forma. Sin sostener demasiado ese momento, la mujer se acerca al cuello del hombre y hunde sus dientes con fiereza. Él apenas se resiste, gritando por inercia pero sin apartar a la mujer, dejando que arranque un pedazo de su carne mientras el resto de su cuerpo permanece tenso. Ella empuja el cuerpo mordido de él a la cama mientras su garganta se transforma en una fuente escarlata y, una vez allí, presiona con sus finos dedos afilados y femeninos en el torso aún latiente que se encuentra debajo de ella. Pronto sus dedos penetran en la carne, haciendo que de mi creador trate de salir un grito que se ahoga con sangre. Los dedos femeninos siguen hundiéndose con determinación cual diminutas dagas hasta que ella cierra el puño. Mi creador mira a su amada, que ahora se encuentra concentrada en su violenta misión, por última vez. Luego su mirada y su vida abandonan su cuerpo maltrecho. Su gesto se destensa entonces, haciendo más fácil la labor de ella, que ahonda un poco más en el cuerpo de él antes de tirar hacia fuera, arrancando toda la parte pectoral de mi creador hasta sacar su corazón. Ese corazón que se había acelerado por su presencia hace unos instantes ahora se encuentra entrando en la boca de ella, que desagarra el músculo con sus dientes afilados mientras la sangre se desliza serpenteante por su cuerpo desnudo, marcando un contraste entre el blanco y rosado de sus formas femeninas y el rojo del líquido carmesí que baja por ellas. Pero es un músculo duro, y resulta difícil para la mujer rasgarlo, así que tira hacia un lateral tal y como haría un animal con la carne de su presa. Cuando consigue partir el corazón en dos, una gran cantidad de sangre sale disparada y me salpica. Millones de pequeñas gotas manchan el lienzo que me sostiene. Particularmente una grande cae por la zona en donde debería estar la boca de la niña, dibujando una forma curvada similar a una sonrisa.

Al fin estoy completo.

Sólo me queda recordar que, ya pasada la presentación, la salida a venta es inminente. Si echáis un ojo durante la próxima semana a la página de facebook o a mi twitter es probable que os encontréis con la feliz noticia, aunque también lo colgaremos junto con alguna sorpresa el día que suceda aquí en el blog.

El relato descargable en pdf: Mi creador
Y el anterior en la entrada que hicimos: Amor filibustero

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