Segundo adelanto de Bochinches Bizarros, libro escrito por mí (Panmios) que próximamente saldrá a la venta. Como en la anterior ocasión, y como haré en la próxima que será la última, he querido enseñar un relato clave que muestra una de las diferentes corrientes de entre los diversos relatos que completan el libro. En esta ocasión se trata de Mi creador, una historia que sirve de ejemplo para dos elementos presentes en bastantes relatos pero por separado, sin que necesariamente aparezcan juntos en un mismo relato. Por un lado, en este relato se presenta una temática que trata de volverse sobre sentimientos, con un argumento más o menos alegórico según el nivel al que lo interpretes, que debe transmitir sensaciones por encima de contar una historia(como en el caso de un cuadro, ya que este relato en particular también sirve como reflexión sobre el arte). Por otro lado, y ya en un aspecto mucho más estético, en este relato se muestran elementos que elevan la temática hacia algo más adulto, sobre todo por lo violento. Espero no horrorizar a nadie. O hacerlo para bien. Para más novedades del libro y para descargar a donde quieras una cómoda versión pdf de este relato, mirad el apartado de abajo.
Nazco. Siento como mi ser se va
expandiendo, tocado por el apéndice peludo y blando de mi creador, ese ser que
me observa con detenimiento, con unos ojos ausentes que no me miran, pero me
crean. No me ha hecho ojos, pero puedo verle, como él no hace conmigo. Su
mirada observa, pero no mira, pues sólo podría mirarla a ella. Sé que todo lo
demás es invisible para él. Pero ella no está dispuesta a ser mirada nunca más
por esos ojos que se esconden tras las gruesas gafas negras. Apenas tengo tres minutos
de vida, pero ya le conozco por entero. Al fin y al cabo soy parte de él, sólo
una escisión de su conciencia y su espíritu en este momento. Sé que, aunque se
afana en crearme, violando brutalmente con las manos tensas que sujetan su
pincel el lienzo antes en blanco sobre el que me encuentro, no sabe cómo seré.
Me concibe fruto del pesimismo y la desesperación que han conquistado de su
alma al saber que nunca más podrá volver a besarla, ni a escuchar un “te
quiero” de sus labios, pero sin haber preconcebido una idea exacta de mí. Sólo
da pinceladas, pinceladas precisas con unas manos torpes, entre un ambiente de
desorden creado por la ropa que se desparrama anárquicamente por el piso y los
múltiples recipientes de comida china y cartones de pizza que se amontonan a
ambos lados de la cama.
Le conozco por entero, sí, pero no
físicamente. Es un padre de la belleza, pero nunca se ha preocupado, y menos
ahora, de su aspecto físico. Así pues, me detengo a mirarlo con curiosidad
mientras disfruto de sus pinceladas creadoras. Sus enormes gafas ocultan a un
hombre menudo, de gesto ausente, con el pelo desaliñado y unos secos ojos
azules. Su cuerpo está visiblemente afectado por la última semana de su vida,
que ha pasado encerrado en este estrecho piso lamentándose y pintando. Veo mis
hermanos detrás de él, representando hombres en llamas, retratos de los fríos
ojos huecos de la muerte y figuras de desesperación. Empiezo a preguntarme cómo
seré cuando mi creador se acerca y me da una respuesta con el reflejo en los
cristales de sus gafas. Soy hermoso. Soy una pequeña niña de rizos rubios con
unos ojos verdes que miran con un gesto de tristeza seguida de unos perros
hambrientos y enrabietados que se disponen a devorarla en un paisaje que arde,
pero por algún motivo nada parece que le importe a la niña. Está triste, pero
no tiene miedo. No huye de los perros, está parada. Su mundo arde, pero no le
inquieta. Ha aceptado su destino, con pesar pero sin temor. Reflejo por
completo los sentimientos de la niña, pero aún falta un detalle: la boca. Es la
última pincelada que definirá completamente la historia de la niña. La mano
prieta del creador se acerca a ese punto. ¿Acaso será ese detalle importante, o
no se trata más que de otro elemento sin relevancia? ¿Puede que lo dejase para
el final porque sea el matiz que cambie absolutamente la sensación general del
cuadro?
Esta vez mis preguntas quedan sin
respuesta. La mano tensa del pintor quiebra la fina madera del pincel barato
cuando un estruendo le sobresalta. Una música compuesta por una sola nota
metálica y antinatural que se prolonga le llama desde la puerta y él se
apresura a responder a su llamada raudo aunque extrañado, pues nadie había
tratado de contactar con él desde principios de la semana y ya entonces se
había encargado de alejar a los que podrían intentarlo. Mi creador abre la
puerta sin que le preocupe en absoluto que no se encuentra para nada
presentable, sobre todo por sus ropas, que se reducen a una camiseta mugrienta
y unos calzoncillos que colaboran a dar una imagen pobre y patética de él.
Al otro lado de la puerta, allí está
ella. Aunque no puedo verla desde mi posición, sé que es ella por la reacción
de mi creador, que se paraliza sin poder pronunciar palabra alguna ante la
visión de su amada. Pronto, la mujer entra en el desordenado piso y cierra con
la pierna la puerta. Al contemplarla no puedo evitar sorprenderme. La imagen
que tenía de ella era un residuo de la mente de mi creador, en la que su
aspecto objetivo se fundía con lo que sentía al verla para dar lugar a una
imagen de belleza absoluta. Su apariencia real dista de esa belleza pero,
aunque noto imperfecciones que seguro mi creador es incapaz de ver ahora, sigue
siendo una mujer bella, joven y en plenitud.
Ninguno de los dos media palabra
durante unos segundos ridículos. Entonces, ella se acerca y le besa. Al
principio dulcemente, después con pasión que finalmente acaba por transformarse
en pura agresividad. La chica rasga la camiseta que el pintor lleva, lo que
parece más bien un gesto de compasión para con la pobre camiseta, dado su
estado, que un ataque. Entonces lame suavemente el pecho de mi creador, que en
ese momento me dirige una mirada. Por primera vez me mira a mí directamente, y
noto un aire de tristeza entre su pasión. Sé lo que siente. Siente que está
siendo utilizado, que no controla la situación, que ella volverá a hacerle
daño, pero no puede cambiarlo. Necesita demasiado tenerla cerca. Y allí está
ella, quitándose su camiseta y besándole incesantemente, apretando sus pechos
desnudos contra su torso. Le es imposible evitarlo. Volverá a caer en la
desesperación, volverá a hacerle daño, volverán a secarse sus ojos azules sólo
observados por sus obras, pero ahora no es eso lo que sucede. Ahora ella le
está besando, con una calidez cada vez mayor. Tanto que le muerde el labio. Él
grita, no necesariamente de dolor, aunque también, sino de una extraña mezcla
de placer y sorpresa, pues ella nunca había hecho eso. El grito se transformará
en absoluto dolor cuando ella recrudezca el mordisco hasta arrancarle la parte
inferior del labio. Mi pintor cae al suelo sorprendido, con una fuente de
sangre en su boca que trata de contener inútilmente con su mano izquierda.
Mantiene la mirada baja, observando el charco de su propia sangre que se
encuentra debajo de él. Desplaza ligeramente el centro de su visión cuando ve
que delante de ese charco caen los pantalones y la ropa interior de ella. La
mujer se agacha hasta que su mano femenina se coloca suavemente debajo de la
barbilla de él para indicarle que se levante. Como un pelele en sus manos, él
lo hace. Orienta la mano femenina la cabeza de mi creador hasta que los ojos de
ambos se cruzan. Ella no muestra expresión alguna. Él muestra una mirada
similar a la que tiene la niña que me forma. Sin sostener demasiado ese
momento, la mujer se acerca al cuello del hombre y hunde sus dientes con
fiereza. Él apenas se resiste, gritando por inercia pero sin apartar a la
mujer, dejando que arranque un pedazo de su carne mientras el resto de su
cuerpo permanece tenso. Ella empuja el cuerpo mordido de él a la cama mientras
su garganta se transforma en una fuente escarlata y, una vez allí, presiona con
sus finos dedos afilados y femeninos en el torso aún latiente que se encuentra
debajo de ella. Pronto sus dedos penetran en la carne, haciendo que de mi
creador trate de salir un grito que se ahoga con sangre. Los dedos femeninos
siguen hundiéndose con determinación cual diminutas dagas hasta que ella cierra
el puño. Mi creador mira a su amada, que ahora se encuentra concentrada en su
violenta misión, por última vez. Luego su mirada y su vida abandonan su cuerpo
maltrecho. Su gesto se destensa entonces, haciendo más fácil la labor de ella,
que ahonda un poco más en el cuerpo de él antes de tirar hacia fuera,
arrancando toda la parte pectoral de mi creador hasta sacar su corazón. Ese
corazón que se había acelerado por su presencia hace unos instantes ahora se
encuentra entrando en la boca de ella, que desagarra el músculo con sus dientes
afilados mientras la sangre se desliza serpenteante por su cuerpo desnudo,
marcando un contraste entre el blanco y rosado de sus formas femeninas y el
rojo del líquido carmesí que baja por ellas. Pero es un músculo duro, y resulta
difícil para la mujer rasgarlo, así que tira hacia un lateral tal y como haría
un animal con la carne de su presa. Cuando consigue partir el corazón en dos,
una gran cantidad de sangre sale disparada y me salpica. Millones de pequeñas
gotas manchan el lienzo que me sostiene. Particularmente una grande cae por la
zona en donde debería estar la boca de la niña, dibujando una forma curvada
similar a una sonrisa.
Al fin estoy completo.
Sólo me queda recordar que, ya pasada la presentación, la salida a venta es inminente. Si echáis un ojo durante la próxima semana a la página de facebook o a mi twitter es probable que os encontréis con la feliz noticia, aunque también lo colgaremos junto con alguna sorpresa el día que suceda aquí en el blog.
El relato descargable en pdf: Mi creador
Y el anterior en la entrada que hicimos: Amor filibustero
El relato descargable en pdf: Mi creador
Y el anterior en la entrada que hicimos: Amor filibustero
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